Barrancas, una localidad con raíces profundas y marcada por el paso del ferrocarril y la ruta 11, se prepara para despedir parte de su identidad. En su época de mayor esplendor, fue pionera en servicios e instituciones, albergando entre sus hitos un cine, toda una novedad para aquel entonces.
Entre sus emblemas, el Hotel Italia se erige como un símbolo imborrable en la memoria de la comunidad. Ubicado en la esquina de Paganini y Las Heras, fue testigo silencioso de innumerables historias, encuentros y despedidas que hoy merecerían quedar plasmadas en un libro. Sin embargo, los tiempos avanzan y, con ellos, los viejos tesoros ceden paso a nuevas experiencias.
La estructura que alguna vez fue un faro de progreso ahora enfrenta su despedida. En sus muros resquebrajados y sus escombros aún se guardan recuerdos de una época dorada, donde cada piedra parecía latir con la vida de quienes lo habitaron. Aquellos que peinan canas quizás revivan en su memoria la última función de cine, el último beso en la puerta del hotel o la última charla entre amigos bajo sus luces.
Hoy, el adiós es inevitable. Pero la historia de Barrancas sigue escribiéndose y, en esa misma esquina, nuevas generaciones forjarán sus propias memorias. Porque aunque las estructuras cambien, el espíritu de un pueblo nunca deja de latir.
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